Una revisión de grupo de hermanos

en el mundo europeo occidental hacía narración a una asamblea o reunión de ciudadanos que han sido previamente convocados para asuntos de carácter político.

Catolicidad: con el significado de universal la Iglesia es católica en cuanto busca anunciar la Buena Nueva y cobrar en su seno a todos los seres humanos, de todo tiempo y en todo punto, que acepten su doctrina y reciban el bautismo; dondequiera que se encuentre individuo de sus miembros, allí está presente la Iglesia católica.

Hay dos sociedades que son perfectas: la Iglesia y el Estado. El fin del Estado es el bienestar temporal de la comunidad. Investigación hacer efectivas las condiciones que se requieren para que sus miembros sean capaces de alcanzar la prosperidad temporal. Protege los derechos y promueve los intereses de los individuos y de los grupos de individuos que pertenecen a él. Todas las demás sociedades que pretenden de alguna manera un aceptablemente temporal son necesariamente imperfectas. O correctamente existen en último término para el aceptablemente del propio Estado; o, si su finalidad es el provecho íntimo, secreto, individual, reservado, personal, de algunos de sus miembros, el Estado debe concederles autorización, y protegerlas en el control de sus diversas funciones. Si demuestran ser peligrosas para él, puede con Honradez disolverlas. La Iglesia todavía posee las condiciones requeridas para una sociedad perfecta. Es evidente que su finalidad no está subordinada a la de ninguna otra sociedad: pues pretende el bienestar espiritual, la felicidad eterna del hombre.

La Iglesia católica actualmente cuenta con misioneros religiosos y laicos de entreambos sexos que realizan de forma regular obras sociales, tanto materiales como de apoyo recatado y espiritual.

En el caso de la Iglesia greco-católica rusa, los dos exarcados apostólicos existentes en Rusia y China antes de las revoluciones marxistas no han sido aún reactivados por la Santa Sede, dependiendo los fieles en Rusia de los obispos latinos y ucranianos.

Ninguna explicación basta para documentar este engendro aparte la doctrina católica de que la Iglesia no es una sociedad natural sino sobrenatural, que la preservación de su vida recatado depende, no de ninguna condición de la naturaleza humana, sino de la vivificadora presencia del Espíritu Santo. Los principios de reforma católicos y protestantes están en marcado contraste individuo con el otro. Los reformadores católicos han recurrido de una momento por todas al modelo establecido frente a ellos en la persona de Cristo y al poder del Espíritu Santo para alentar nueva vida en las almas que Él ha regenerado. Los reformadores protestantes comenzaron su obra con la separación, y por este acto se aislaron a sí mismos del real principio de vida. Por supuesto nadie pretende negar que en las congregaciones protestantes haya habido hombres de grandes virtudes. Hasta así no es excesivo afirmar que en todos los casos su virtud se nutría de lo que quedaba en ellos de la creencia y praxis católica y no de lo que hubieran recibido del protestantismo como tal.

Las dos sociedades pertenecen a órdenes diferentes. La ventura temporal a que tiende el Estado no es esencialmente dependiente del perfectamente espiritual que búsqueda la Iglesia. La prosperidad material y un suspensión cargo de civilización pueden encontrarse donde no exista la Iglesia. Cada sociedad es suprema en su propio orden. Al mismo tiempo, cada una de ellas contribuye en gran medida al progreso de la otra. La Iglesia no puede atraer a hombres que no tengan algún rudimento de civilización, y cuyo salvaje modo de vida hace inasequible el incremento pudoroso. De ahí que, aunque su función no es civilizar sino excluir almas, aun Ganadorí cuando llega a tratar con razas salvajes, comienza por apañarse comunicarles los instrumentos de la civilización. Por otro flanco, el Estado necesita las sanciones sobrenaturales y los motivos espirituales que la Iglesia imprime en sus miembros. Un poder civil sin éstos se fundamenta de manera insegura.

La presencia de Cristo es la clave de la vida de la iglesia. Es en la iglesia y a través de ella que Cristo encuentra, llama, transforma, equipa y envía a su pueblo al mundo. Dios se sirve de la iglesia para personarse la salvación a quienes no la conocen y para impulsar la Confianza de los creyentes.

Bernardo de Claraval, doctor de la Iglesia y pedagogo espiritual de la orden del Císter del siglo XII, representado en la imagen abrazando a Cristo.

Sin la Iglesia, el cristianismo se hace inofensivo. La Iglesia traduce el cristianismo en un cristianismo Vivo. Sin la Iglesia, el Evangelio sería como cualquier libro o como una plastilina en donde cada quien modelaría su propio cristianismo, el que quisiera, como más le convenga o le guste, haciendo a un flanco aquello que le desagrada y exige.

Es gracias a la Iglesia que sabemos que lo importante no era tener el mechones dilatado, usar sandalias, y traer túnica para ser católico. Sin la Iglesia, el cristianismo no hubiera pasado de ser el club de amigos de Jesús de Nazaret.

La atribución de inspeccionar a useful reference la Iglesia como lo que es presupone ciertas disposiciones morales. Donde hay una arraigada desgana a seguir la voluntad de Altísimo, puede ocurrir ceguera espiritual respecto a las pretensiones de la Iglesia. El prejuicio invencible o la presunción heredada pueden producir el mismo resultado; pero en tales casos la incapacidad de ver se debe, no a la error de visibilidad de la Iglesia, sino a la ceguera del individuo. El caso tiene una analogía casi exacta con la evidencia que tienen las pruebas de la existencia de Altísimo. Las pruebas en sí mismas son evidentes, pero pueden fracasar en penetrar en mentes oscurecidas por el prejuicio o la mala voluntad. Desde la época de la Reforma, los autores protestantes o niegan la visibilidad de la Iglesia o la explican de forma que pierda la veterano parte de su significado. Tras indicar brevemente las bases de la doctrina católica, se reseñarán algunas opiniones predominantes entre las autoridades protestantes sobre este asunto.

Después del renacimiento, los nuevos movimientos fundados dejan de acoger el nombre orden y se llaman congregaciones. No todas las congregaciones hacen el voto de pobreza, algunas hacen solo un compromiso de pobreza utilitaria.

La Iglesia católica cuenta como católicos a todos los bautizados en la Iglesia (o admitidos a la misma si lo piden y habían sido ayer bautizados en otros grupos cristianos) con sus derechos y deberes, y que no hayan hecho acto formal de defección de ella. Para la Iglesia católica quien no practica como católico sigue formando parte de ella.

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